Nuestro gobernador, Osvaldo Jaldo, propone actuar con sabiduría, firmeza y ejecutividad. Muy bien. Requerimiento esencial en estos momentos de angustia y desconcierto. No sólo económico; también enteramente humano, tal como la seguridad personal y familiar, por su fuerte gravitación sobre nuestra tranquilidad. Venimos de grandes desilusiones, pero el empeño en mejorar no cede y ahí vamos. En esto, surgió la idea (muy noble, debemos decirlo) del ex jefe de Policía Guillermo Corbalán Costilla, que propone aprovechar la desfalleciente estructura física del ex hospital militar -ya innecesario- y reflotarla para dar cabida a las necesidades médico sanitarias de la Fuerza Policial. El hospital policial Churruca en la Capital Federal ya no cuenta, por su lejanía. Y este, en Tucumán, podría atender también a las ciudades vecinas del Noroeste. Eso es hacer patria. Es increíble que a tantos años de su creación este gran polígono estructural de seguridad legal, física y social haya quedado al aire en su atención físico psíquica personal. Con alrededor de 15.000 integrantes en toda la provincia no se puede entender que dado el caso de enfrentamientos con la delincuencia, ambas partes vayan a parar en camas contiguas en el mismo hospital. Esto supera toda lógica. Nuestros legisladores deberían abocarse seriamente al tema. Es relevante; y más ahora que el señor gobernador está dispuesto a enmendar muchos errores. Corbalán Costilla, excelente ex jefe de Policía, tuvo la valentía de destapar este inexplicable absurdo. Todo se puede cuando hay buena voluntad.
Darío Albornoz
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